El sutil engaño de las urgencias
Una de las mayores trampas que nos ponen las urgencias es hacernos creer que con ellas conseguimos y avanzamos. Que, la actividad frenética y hasta la adrenalina que implican algunas, es igual a productividad. Déjame explicarte con un sencillo símil cómo funciona el engaño de las urgencias. Imagina que yo soy un arquitecto y mi trabajo consiste en construir edificios. Es lo que me gusta hacer y lo que otras personas esperan de mí. Todos los días voy al trabajo con un objetivo claro: construir una planta del edificio. Son las 11:20 de un martes. Estoy trabajando en la construcción de la planta séptima cuando recibo una llamada en la que me comunican que se ha producido un incendio en la planta dos. Yo, como responsable del edificio, debo acudir inmediatamente para sofocar ese incendio. Exige de mí una intervención inmediata o de lo contrario peligra toda la integridad de mi edificio. Y allá voy. Corriendo. Llegado a la planta segunda me pongo a luchar contr...